Te soñábamos despiertos,
te veíamos, te olíamos, te tocábamos,
existías en nuestros anhelos,
respirabas aún sin hacerlo.
Imaginábamos que llegabas para cambiar nuestro universo,
y queríamos que el tiempo pasara hacia adelante,
rápido, hasta llegar a ese momento.
Me tocaba la barriga creyendo en la magia,
y me preguntaba si algún día estarías ahí,
moviéndote, sintiéndome, escuchando como te hablábamos.
Y, de repente, ya no eres un sueño.
Existes aquí dentro, siendo uno conmigo.
Y ya no tengo que imaginarte, porque te siento,
porque estás aquí junto a mí en cada paso que doy.
Y por fin el tiempo ha llegado al momento justo,
en el que dejas de ser una idea,
en el que te hablo y te mueves,
en el que escuchamos tus latidos,
en el que hemos podido ver tu carita mientras aún sigues fundido conmigo.
Ahora contamos los días para que los llenes con nosotros.
Y te escribo esto mientras danzas en mi vientre,
mientras sonrío,
mientras te espero.